BLONDIE: LETRAS PLÁSTICAS PARA EL CORAZÓN DE VIDRIO

Escrito por el 29/03/2023

Escrito por: José Fernando Cuevas

Sigue a: @cuevasdelagarza

A mediados de los setenta, la ebullición sonora estaba a tope, entre el punk, la música disco y demás géneros que buscaban caminos para reconfigurarse o de plano mutar para encontrar nuevos derroteros sonoros. Nueva York era uno de los epicentros desde donde se generaban algunos terremotos estilísticos desde diversas organizaciones, como el Merce Arts en Manhattan, en donde se encontraba la banda The Stilettoes y en la que se conocieron el guitarrista Chris Stein y la vocalista Debbie Harry, quien había formado parte de Wind on the Willows y además trabajaba como mesera y eventual conejita de Playboy.

Ambos no sólo integraron un grupo, sino que además se enamoraron para dar a luz a Blondie (por cómo llamaban a Harry) grupo primero bautizado como Angel and the Snake en 1974 y al que se sumaron los colegas de la anterior agrupación: el baterista Billy O’ Connor y el bajista Fred Smith (bajo), así como el guitarrista Ivan Kral. Tras varias salidas, entraron al quite Clem Burke (batería) y Gary Valentine (bajo), a quienes se sumó Jimmy Destri (teclados) para presentar el notable debut homónimo Blondie (1976), con X-Offender y Rip Her to Shreds, como cortes representativos junto con la baladera In the Flesh, después de darse a conocer por sus presentaciones en los míticos Max’s Kansas City y CBGB. El álbum colocó a la banda en el radar de Television, Bowie y Pop para acompañarlos en alguna gira.

Tras la salida de Valentine, reemplazado por Frank Infante, presentaron como cuarteto Plastic Letters (1977), incorporando elementos roqueros con una Debbie Harry cada vez más posicionada del escenario, tal como se advierte en Denis, versión del original de Randy and the Rainbows y (I’m Always Touched by Your) Presence, Dear, además de refrendar un estilo que pronto se instalaría en la new wave con las pinceladas punketas, de la que ellos fueron unos de sus impulsores. Como sexteto con la inclusión de Nigel Harrison para dibujar las líneas del bajo y romper los paralelismo, alcanzaron su mayor nivel gracias a la grabación del imprescindible Parallel Lines (1978), entre apuntes disco, rítmica electrónica, reggae y artpunk, como se destila en Heart of Glass, One Way or Another, Picture This y Hanging on the Telephone: un álbum que los ubicó como una de las bandas de referencia hacia finales de la década de los setenta.

POLINIZANDO LAS LÍNEAS PARALELAS

El impulso alcanzó para Eat to the Beat (1979), todavía bajo la producción de Mike Chapman, especialista pop, que mantuvo la atención con canciones como Atomic, Dreaming y Union City Blue. Apareció el sencillo Call Me, abriendo la línea para cuando hiciera falta; fue realizado con el apoyo de Giorgio Moroder y se incluyó en el soundtrack de American Gigolo (Schrader, 1980), además de que se escenificaron un papel en Roadie (Rudolph, 1980), interpretando Ring of Fire, clásico de Johnny Cash. Siguieron con Autoamerican (1980), insertando un tono reggae en la versión de The Tide Is High; un rap primigenio en Rapture, primera canción del género en ocupar la primera posición en el chart de Estados Unidos, referencia a Fab Five Freddy incluida, y otros sonidos que pasaban por el jazz y hasta la discreta experimentación instrumental, cortesía de diversos instrumentistas invitados.

Entre proyectos solistas y la eminente ruptura del grupo, todavía sacaron The Hunter (1982), casi como para cumplir el requisito contractual, cubriendo el expediente con algún sencillo saleroso como Island of Lost Souls y el comprometido War Child, formando parte de un conjunto de ideas que parecían presentar dificultades de cohesión, desde lances cienciaficcionales a propuestas que intentaban rescatar estilos específicos de discos anteriores pero sin la misma puntería: incluso For Your Eyes Only, cuyo destino iba a ser la cinta de James Bond, no encontró la pantalla. Vinieron entonces los discos de remezclas, éxitos, rarezas, grabaciones en vivo, más remixes y demás apuestas para mantener el mercado caliente. Debbie Harry, mientras tanto, se mantuvo activa tanto en la música como en el cine, mientras cuidaba a Chris Stein de la extraña enfermedad que lo aquejó desde 1982.

El regreso se empezó a fraguar a mediados de los noventa por parte de Stein y Harry, y tras algunas fallidas demandas de ex miembros que no querían que se usara el nombre, se reunieron y tuvieron algunas presentaciones como quinteto, hasta que Harry, Stein, Burke y Destri se metieron al estudio, cerraron la puerta y se pusieron a trabajar para producir No Exit (1999), bienvenido regreso con la entusiasta y emotiva Maria al frente, denotando un buen estado creativo y anímico del ahora cuarteto, con las adhesiones de Leigh Foxx (bajo) y Paul Carbonara (guitarra), que llegaron para quedarse. Por su parte, Valentine publicó New York Rocker: My Life in the Blank Generation (2002), firmando como Gary Lachman y en donde narra sus años en la banda.

El retorno dio para The Curse of Blondie (2003), álbum más detallado en la producción que lanzó ciertos hilos al pasado, como se deja escuchar en Good Boys, con un pie en los clásicos setenteros y el otro bien puesto en el siglo XXI: la maldición de la rubia, mientras tanto, mostraba que todavía se cuenta con potencial para seguir lanzando hechizos. Ya sin Destri y Carbonara en sus filas, suplidos por Matt Katz-Bohen y Tommy Kessler, respectivamente, la rubia que todos quieren regresó con Panic of Girls (2011), cuya salida se prolongó más de la cuenta, pero que mantuvo con soltura la presencia de la banda y su ecléctico estilo, incluyendo piezas como la abridora D-Day, Mother y What I Heard y hasta toques franceses y un corte en español.

 

Siguieron con el bailable Ghosts of Download (2014), que se publicó junto a un álbum de éxitos para celebrar los 40 años de la banda Greatest Hits Deluxe Redux: le pusieron azúcar a la relajación entre delirios equivocados y arrastres nocturnos, con una Debbie Harry cuya voz ya rasposa y contagiando la euforia necesaria, se sigue imponiendo entre las diversas rítmicas propuestas cual pétalos de una rosa que puede asumir cualquier nombre. Con Pollinator (2017) se mantuvieron buscando esa diversión como hace mucho tiempo la propusieron, desafiando una fragmentada fuerza de gravedad, ahora con varios invitados entre quienes aparecieron Dave Stewart, Johnny Marr, Sia y Charli XCX, entre otros: canciones que bien recordaban las obras de finales de los setenta pero que se lanzaban a nuevas flores para continuar con esa polinización creativa.


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