U.S. Presidentials: un candidato milenial
Escrito por Echea TRIÓN Mazatlán el 29/03/2019
Cuando Alexis de Tocqueville publicó el primer tomo de la Democracia en América en 1835, hablaba ya de “Excepcionalismo” para referirse a unos Estados Unidos con apenas medio siglo de vida. Se permitió el uso del término para hacer saber que la vida ciudadana y republicana que ahí se daba no podría repetirse en ningún otro lugar.
El texto de Tocqueville resuena cuando en la carrera a la presidencia casi dos siglos después encontramos casos que sólo podrían darse ahí: la hija de un jamaiquino y una hindú, un judío de 78 años que se dice socialista, el hijo de una activista chicana, un punk de El Paso y el de Pete Buttigieg.

El nombre Pete Buttigieg quizás no suene musical, ni digerible a la primera como los de Bernie Sanders o Joe Biden, sus ahora rivales, un tanto lejanos, del Partido Demócrata; pero la historia de este veterano de la guerra de Afganistan podría sin duda llevarse a cualquier escenario de Broadway, en el programa podría leerse “esta es la historia del hijo de un inmigrante de la pequeña Malta, decidido a convertirse en el presidente más joven de la historia de América”.
En cualquier otro lugar su apuesta sería una broma, pero la muy extensa campaña demócrata le da para soñar. Si Buttigieg hace un buen papel en el llamado “caucus” de Iowa, la primera parada de las elecciones internas demócratas en enero de 2020, puede tomar un camino que lo llevaría a enfrentarse a Trump el primer martes de noviembre del próximo año.

Para que ello ocurra, Buttigieg tendría que hacer, sin duda, la campaña más exitosa de la historia. Hablamos de pasar de dirigir South Bend en Indiana, la ciudad número 299 en tamaño a dirigir los destinos de la nación más poderosa del planeta.
A pesar de su bajo perfil en comparación con los senadores y los presidentes ejecutivos que se postulan para presidente, Buttigieg ha logrado ganar atención y reflectores en los últimos días. Su historia de entrada es atractiva, es un hombre gay casado de 37 años, graduado de Harvard, veterano de la guerra en Afganistán y poseedor de una facilidad de palabra que le ha llevado sin duda a posicionarse al menos en el top 5 de un universo de 15 suspirantes confesos y 10 considerando ser candidatos del partido demócrata a la presidencia.

Nunca nadie en la política americana ha pasado de ser alcalde a presidente. Los grandes amarres se dan por lo general en la Conferencia Nacional de Gobernadores o en los pasillos del Senado, pero la experiencia de liderazgo de Buttigieg en una ciudad pequeña le ha ayudado a conectar con un sector amplísimo sobre todo con gente del medio oeste, de donde es originario.
El éxito de Pete se ha visto reflejado en donaciones (otro rasgo único de la democracia americana). Tras una aparición en CNN el 11 de marzo, en una sesión donde se le vio seguro respondiendo preguntas de votantes demócratas, recibió 600 mil dólares de más de 22 mil donantes. Una semana después superó las 65 mil donaciones, el mínimo suficiente para aparecer en los debates demócratas. La cosa sin duda va en serio.

Ha ido en serio siempre a pesar de la juventud. Alcalde desde los 29, su nombre fue citado por Barack Obama como el futuro del Partido Demócrata, en un artículo de la revista New Yorker. Tras la mención que bien podría ser una unción soñada por muchos, se formó de inmediato un comité de acción política en torno al ahora precandidato. Si Obama lo dice, es que hay futuro.
Futuro que para muchos analistas no será inmediato. Buttigieg no la tiene fácil contra pesos pesados como Sanders nacido antes del ataque de Pearl Harbor o Biden nacido unos meses después. Los rivales más fuertes ni siquiera son considerados “baby boomers” como los Clinton o el mismo Trump, el presidente más viejo de la historia, que cumplirá 74 años en 2020…son aún mayores.
Pase lo que pase en el proceso de 2020, la audacia y la astucia de Pete Buttigieg son inusitadas. Si no es electo candidato, quiere resulte haría una excelente decisión de sumarlo a su equipo al nominarle como vicepresidente. Es de entrada el primer candidato abiertamente gay, el más joven, el primero en nacer en Indiana, el primer veterano de la guerra de Afganistan, el primero nacido en los ochentas, el primer millenial. ¿Qué diría Tocqueville? Excepcionalismo puro al estilo americano.
