We ♥ CTZ. Miércoles de Spots and Places
Escrito por Trion el 14/11/2018
Coatza de nuestros amores. El hermoso terruño que añoramos estando en París, Barcelona, Buenos Aires, Londres, Berlin, Shangai, Tokio, Nueva York, Los Ángeles, Vancouver… Este Miércoles de Spots and Places los invito a vivir la inesperada experiencia de un puerto que, por mucha altura e industria que tenga, no pierde su humildad y su ambiente alegre y festivo.
Cóatl de serpiente, alusivo a Quetzacóatl; Tzacualli, referente a un montículo o pirámide pequeña; Co, sufijo náhuatl que indica localización. Guazacualco para los oídos conquistadores, quienes el 9 de junio de 1522 fundan ahí la Villa del Espíritu Santo. Por decreto real, el 8 de octubre de 1825 se le denomina puerto con el nombre de Coatzacoalcos. Lo renombran Puerto México en 1900, dada la extrañeza del nombre original pues resulta impronunciable para los foráneos que comienzan a asentarse en la zona a raíz de los proyectos industriales, y quienes son los responsables del trazo urbano tan exacto de lo que podría llamarse su “casco antiguo”. Vuelve a ser Coatzacoalcos en 1936, ya como ciudad, para recibir refugiados de la guerra civil española en 1940, aunque no era su primera vez pues en el siglo XIX cobijó una buena cantidad de migrantes coreanos.
Imagen de la ribera del Coatzacoalcos a mediados del siglo XIX. Imagen: SMU Central University Libraries // Wikimedia Commons.
El área fue antiguamente un asentamiento prehispánico menor dedicado a la veneración de Quetzalcóatl, alimentado de influencias olmecas, mayas y nahuas. La Sierra de Soteapan, donde se gestó la Revolución mexicana en Veracruz, se precipita y baja para formar las llanuras del Sotavento y toparse con la desembocadura golfina del Istmo de Tehuantepec a través del río que lleva su nombre: Coatzacoalcos. Tiene al este un guerrero alerta que le protege como escollera natural, San Martín, un cerro que en realidad es un volcán apagado.
Llegué a vivir a Coatza en 1987 u 88. Tenía entre cuatro y cinco años. Desde que veníamos en camino, escuchando el Abbey Road de los Beatles, pensaba en lo extraño que me parecía el nombre de la ciudad. Sí, tenía un sonido similar a Teotihuacán, a donde solíamos pasar domingos primaverales cuando el clima lo permitiera. O eso pensaba yo de pequeña, y es que también fue en esa época cuando me contaron que, por el año 999, Quetzalcóatl se hizo a la mar, justo en la desembocadura del río Coatzacoalcos, a bordo de una balsa decorada con pieles de serpiente y prometiendo volver. Hay quienes aseguran que no era un dios sino un vikingo. Yo sólo sabía que era bonito ver por todos lados representaciones de la serpiente emplumada, tanto en Coatza como en la Ciudad de México, de donde nos mudábamos. Ahora me gusta pensar que estar aquí es como vivir en Valiria o en Dragonstone, pero low budget.
Representación moderna de una pirámide de Quetzalcóatl, ubicada en el corazón del malecón costero. Imagen: Xicoamax // CC.
Porfirio Díaz inauguró en 1907 el Ferrocarril Nacional de Tehuantepec, junto con las terminales de Salina Cruz, en el Pacífico y de Puerto México, en el Golfo. Pero, ¿por qué se construyó un tren en el Istmo? O, mejor dicho, ¿por qué no se hizo el canal transístmico, en lugar o como segunda fase de esta vía férrea? La riqueza mineral de la zona es un motivo. Azufre, cloruros, sales, sílice e hidrocarburos, por sus yacimientos de petróleo y gas natural. Esto explica el interés extranjero, estableciendo primero la línea ferroviaria y, posteriormente, la industrialización de lugares como Minatitlán, donde aún existen casas de estilo victoriano en las primeras colonias petroleras fundadas por ingleses, y por supuesto Coatzacoalcos, el espacio ideal para la industria y la distribución, por lo que se le ha dotado de infraestructura para soportar el flujo masivo de productos diversos.
Hasta ahora, se sigue ampliando el puerto y se continúa con el mantenimiento regular de los puentes Coatzacoalcos I y II, aunque el primero rara vez utiliza su sistema levadizo, y el segundo ya no luce las majestuosas estatuas que le adornaban a un costado. Eso sí, la nueva generación de vías de comunicación entre la zona industrial y la ciudad está encabezada por el túnel sumergido. El canal transístmico sigue siendo una promesa y la base de línea de tren es uno de los puntos de descanso de los migrantes centroamericanos. Por ahí vivió mi abuelo, y mi recuerdo de las vías es una sensación sombría como la que tendría en caso de entrar a una caravana circense. Un espacio amarillento, polvoso, triste, con poco que dar y todo para compartir. La nostalgia del migrante comunica: es un idioma universal.
Atardecer en las vías del tren. Coatzacoalcos, Veracruz. Imagen: Tonatiuh MeCa // CC.
Sí, es cierto que el progreso se quedó estancado en nuestro querido Coatza. Un hecho que de ninguna manera nos obliga a quedarnos con los brazos cruzados. Salimos de nuestro pueblo bien preparados. Muchos de nuestros estudiantes y atletas son lumbreras a nivel nacional e internacional. No exagero al inicio del artículo mencionando sólo algunas de las ciudades a las que sé que han ido o residen personas que conocí aquí. Llevamos el nombre de nuestro puerto en alto, con la música de la región en cada festejo, y el orgullo y la felicidad de saber que volver siempre es una posibilidad. Así como, al vivir en Coatza, irse es también una posibilidad eterna. Hoy por hoy, muchos estamos convencidos de que nuestro poder máximo como sociedad es recuperar todos los espacios posibles. Y el fin de semana en familia es uno de esos espacios fundamentales.
Malecón ribereño, o malecón viejo. Imagen: Raúl // Wikimedia Commons.
El malecón porteño está compuesto de tres porciones definitivas: el malecón ribereño, o viejo, las escolleras, y el malecón costero. Su ampliación está en marcha y ahora llega más lejos que nunca. Tan lejos que creo que no lo he recorrido completo desde que volví hace dos años. Recuerdo la ilusión que me hacía pasar por el malecón del río, porque al final, en las escolleras, había y sigue habiendo una gran cantidad de vendedores de chucherías. Casi todo es lo mismo que se encuentra en cualquier lado. Casi todo, porque no hay nada como los esquites de Coatzacoalcos, Veracruz. Aquí se preparan de maíz blanco con mantequilla, crema, queso Chiapas o doble crema, mayonesa para el que de plano no sepa disfrutar de un esquite como Dios manda, y obvio chile piquín, limón y sal. Venir a Coatza y no probar los esquites es pecado. Lo mismo que las tradicionales empanadas de jamón con queso, antes del Seguro, ahora de la Cruz Roja.
El Hemiciclo a los Niños Héroes, justo donde se une el malecón viejo con el costero. Imagen: Cortesía de Lo Local.
Las escolleras, que fueron recientemente remodeladas como un paseo y adornadas con estatuas de bronce en la entrada, se encuentran de frente con el Hemiciclo a los Niños Héroes, que era a donde solía irme de pinta en tercero de secundaria. También el Hemiciclo ha sido rejuvenecido, y es de hecho bastante concurrido por las tardes en fin de semana. La playa, como quizá puedan suponer, no es la más hermosa. Sin embargo, no es tan sucia como se piensa y sus aguas son tranquilas, por lo que son excelentes para quienes estén practicando su técnica de natación, o sólo desean descansar sin huirle al mar.
Aérea del Faro de las Escolleras. Imagen: Cortesía de Lo Local.
Claro que, para cruzar el río no sólo hay puentes y el túnel. La ciudad tiene bien habilitado un sistema de transporte fluvial, a través de embarcaciones menores, las famosas lanchas de pasajeros, y del transbordador, o la panga, que lleva vehículos y personas. Estos dos medios de transporte son más rápidos y económicos, y yo los utilicé los dos últimos años de la primaria pues dejamos de vivir en la zona industrial y nos pasamos al “puerto”. No quise cambiar de escuela, por lo que a diario vi cosas impresionantes, curiosas, chuscas. Por ejemplo, en el camino del paso de lanchas a la esquina donde tomaba el camión para ir a casa, había varios puestos de casetes pirata en los que conseguí joyas como el III: Temples of Boom de Cypress Hill y el disco póstumo de Selena Quintanilla, porque entre los camiones y las lanchas, ya le había tomado un gusto culposo a la cumbia que casi nadie tiene en mi familia.
Lancha colectiva que da servicio entre Coatzacoalcos y Villa Allende. Imagen: CC.
Hablando de música, es común que los grupos de jaraneros bajen de las zonas serranas contiguas y organicen fandangos y tertulias, en especial durante la Expo Feria, que regularmente es en Semana Santa. Se escuchan y bailan mucho los ritmos del Istmo de Tehuantepec, gracias a los paisanos procedentes de esa región oaxaqueña. Obviamente no puede faltar la música tropical y la salsa. Por otro lado, hay una escena musical conocedora, clásica, ecléctica, que además genera bandas con una excelente calidad de sonido, sin dejar de lado el boom de DJs que hubo a inicios del siglo XXI.
En cuanto a puntos turísticos en Coatza, les recomiendo visitar las Barillas, donde pueden practicar deportes acuáticos como esquiar, pescar y nadar. Queda a 20 minutos de la ciudad, y pueden llegar por lancha o vía terrestre. Uno de sus atractivos es que está comunicada con el mar.
Atardecer en Coatzacoalcos- Imagen: fblanco777 // Pixabay.
La Ciudad de las Avenidas y de los Mejores Amaneceres y Atardeceres. También así se le conoce a Coatza, el lugar de donde partió la serpiente emplumada hace más de mil años y al que dijo que volvería. Es un lugar privilegiado en espera de su gran momento. Sólo queremos que sea ahora o lo más pronto posible. Coatza tiene mucho qué dar y recibir.
Verónica Mastachi
Aura Otero / 14/11/2018, (11:01 am)
Hermoso artículo Coatza de nuestros amores por siempre.