Calaveritas TRIÓN 2018
Escrito por Trion el 01/11/2018
Azucena Uresti
En el patio de su casa, Azucena tomaba un té.
La Blanca salió de un tronco y la saludó cortés.
Uresti no lo creía. Tendría una gran exclusiva.
Se atrevió a pedir a la Muerte que le diera una entrevista.
Fue una gran conversación. Hablaron de muchas penas.
La Muerte agradeció contenta y, después, se llevó a Azucena.
Denise Maerker
Cuando investigaba un caso, Denise desapareció.
Pasaron varios días y nadie supo qué pasó.
Se activó una Alerta Amber. Se viralizó la noticia.
De la Maerker no se sabía y no había una sola pista.
Denise abogó ante la Muerte para quedarse con vida.
Ella se la había llevado por lo mucho que sabía.
Ciro Gómez-Leyva
Cada que tenía un tiempito, la Muerte a Ciro le hablaba.
“¿Cuántas veces te he escuchado?”, Gómez-Leyva reclamaba.
Ella nunca contestaba. Gozaba viéndolo sufrir.
Así pasaron meses y Ciro ni podía dormir.
Estando en su casa una noche, la Flaca otra vez le habló.
Con voz macabra le dijo: “Querido Ciro, su vida hoy se acabó”.
Óscar Mario Beteta
Óscar Mario estaba ausente y nadie se lo explicaba.
Todos los días saludaba con un chiste a su llegada.
Ahora sólo entraba y se dedicaba a lo suyo.
“Algo trae Beteta”, decían sus compañeros de turno.
Él no explicaba nada. Ya sabía que iba a morir.
La Muerte le había contado que pronto tenía que partir.
Leonardo Curzio
A Curzio no le importaba si la Parca lo merodeaba.
“Un día me tengo que ir”, siempre Leo argumentaba.
Pero, por más que intentaba, el miedo no aparentaba.
La Calaca lo sabía, por eso, lo sorprendió dormidito.
Curzio despertó asustado y ella burlona le dijo:
“¿No que no, mi Leonardito?”
Pepe Cárdenas
Pepe Cárdenas estaba muy tranquilo en la cabina.
Ya tenía todo listo para informar a la familia.
Abriendo la conversación, de la nada, se quedó sin voz.
Quiso emitir palabras pero la Muerte ya no lo dejó.
“No hagas olas, ya ni modo. Ni adiós vas a decir, Pepito.
Te llevo porque tu veracidad en el inframundo necesito.”
Joaquín López-Dóriga
Cuando Joaquín escogía unos pares de calcetas,
La Tilica lo cachó y quiso verlo de cerca.
Se vistió de vendedora y le mostró varias opciones.
El Ticher no se decidía y la Flaca evidenció sus intenciones.
“Mire, señor López-Dóriga, no nos hagamos tontitos.
Soy la Muerte y me lo llevo para saber ¿Juay de Rito?”
Vero Mastachi
Verito creía que una sirena le cantaba.
Qué va, era la Muerte, que con su voz la engañaba.
La Mastachi lo supo tarde, cuando no había más qué hacer.
Huesudas las dos, al cabo, alguien tenía que ceder.
Quiso jugar un volado y la Flaca no accedió.
Le dijo: “Ay, muchachita, aquí la que manda soy yo.”
José Echeagaray
José Echeagaray escribía las memorias de su vida.
En ellas contaba todo lo que su historia componía.
La Calaca quería que Echea le cumpliera un capricho.
Escribir un especial describiendo el inframundo.
Sólo con una condición fue que Jose accedió.
Que la Muerte diera un concierto para el público de Trión.
Eliseo Morfín
Se supo que Cheo había muerto y todo Veracruz lloró.
“Tan bien que nos caía el Morfín”, el público lamentó.
En Facebook hubo esquelas y fue Trending Topic en Twitter.
La Muerte disfrutó a Eliseo y hasta le contó unos chistes.
Pero Cheo le insistía que tenía que volver.
La Flaca dijo: “Veremos.” Y se dispuso a comer.
Luis Oleg
Luis estaba en un remoto cuando la Parca apareció.
Oleg, muy profesional, su intervención terminó.
Fue él quien abordó a la Muerte, preguntando su destino.
Ella, amorosa, le dijo: “El que importa es el tuyo, no el mío.”
Luis imploró a la Tilica que le tuviera piedad.
Pero ésta hizo caso omiso y se lo llevó al más allá.
Verónica Mastachi