Guanajuato Cervantino. Miércoles de Spots and Places.
Escrito por Trión Grupo Fórmula el 24/10/2018
Visité Guanajuato por primera vez a los diecisiete años. Quizá fue la juventud pero, tras la primera noche recorriendo sus calles, llegué a preguntarme si Cervantes habría vivido allí. No lo hizo en vida, aunque en esa ciudad se respira su presencia como si fuese Alcalá de Henares, su tierra natal.

Vista aérea de Guanajuato. Imagen: Commons.
Cervantes nunca llegó a la Nueva España aunque lo intentó. En 1590, después de regresar de la guerra en Grecia manco y pobre, pidió trabajo en América. Quiso ser gobernador del Soconusco en Chiapas, algo que no le fue concedido.
México y Cervantes habrían de unirse pronto al ser la Nueva España el primer territorio de América en recibir en 1605 algunos ejemplares de El Quijote que llegaron en la goleta La Encarnación, revisados y aprobados por La Inquisición.
Para esos años, la ciudad de Santa Fe de Guanajuato cumplía apenas tres décadas de vida y no había llegado a ser todavía el principal centro de extracción de plata del mundo, por lo que se convertiría en la ciudad más rica de México durante gran parte del período colonial. El descubrimiento de la plata, en algún momento a mediados de la década de 1550 y que había dado origen a Guanajuato, rendía frutos.

Calle Potrero en Guanajuato. Imagen: Moreuman vía Flickr.
El resultado de esa riqueza hace de esta ciudad un lugar de hermosas iglesias y construcciones únicas en México. La gente aún camina por sus íntimas plazas y vive a un ritmo como pocas ciudades de nuestro país. Las pequeñas casas en las colinas podían haber sido levantadas de un pueblo en el norte de Italia o el sur de España, y pintadas en brillantes colores mexicanos.
En Guanajuato, el centro es compacto y las estrechas calles sólo aumentan esa sensación. Desde ambos lados del Callejón del Beso, las casas se inclinan tan juntas que los amantes que se encuentran en balcones opuestos pueden abrazarse. Perderse en Guanajuato es un placer, pues de un sitio encantador se puede llegar a otro a través de una plaza inesperada.
Es en una de esas plazas, la de San Roque, a la cual se llega quizá sin desearlo, donde nacieron los Entremeses Cervantinos, las representaciones teatrales al aire libre que darían lugar con el tiempo al Festival Internacional Cervantino.

Plaza de San Roque, sede de los Entremeses Cervantinos. Imagen: Secretaría de Turismo.
La Plaza de San Roque se sitúa en el antiguo cementerio frente a la sencilla iglesia del mismo nombre, dedicada al santo que lucharía contra la peste en los campos italianos. La configuración del sitio que permanece sin cambios desde el siglo XVIII hace un marco esplendoroso que el maestro Enrique Ruelas Espinoza tomaría como inspiración para el montaje de sus obras.
Ruelas fue poeta, actor, dramaturgo, guionista, director escénico, licenciado en derecho, maestro, funcionario educativo, entusiasta impulsor del teatro social y profesional que, pese a no haber nacido en Guanajuato, lo cambiaría para siempre. Los entremeses cervantinos se estrenaron el 20 de febrero de 1953 en la Plaza de San Roque por el Teatro Universitario. Los Entremeses fueron un suceso al momento de su debut y, 65 años después, constituyen parte de la identidad de Guanajuato.
El incansable maestro Ruelas fundaría en 1972 el Coloquio Cervantino, como extensión de la actividad teatral dedicada al autor de El Quijote. Con apoyo de varias instituciones se añadieron más atracciones artísticas a las tradicionales para darle al festival un aspecto internacional. El sábado 29 de septiembre de 1972, en la Plazuela del Quijote, en Mineral de Cata, Guanajuato, arrancaría el Festival como una aportación artística de México al Año del Turismo para las Américas, promovido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, la UNESCO.

Monumento a Cervantes en Guanajuato. Imagen: Commons.
Habría de develarse una escultura de Miguel de Cervantes Saavedra, creada por el artista plástico Federico Canessi y colocada en la calle La Alhóndiga. La estatua de bronce, de 2.15 metros de altura y un peso de 450 kilogramos, sería la primera de decenas dedicadas al escritor español.
He aquí el momento del nacimiento del Guanajuato volcado a la figura de Cervantes y su Quijote. La iconografía y hasta los recuerdos de la ciudad habrían de retratar al personaje más que al cura Hidalgo o el propio Pípila. Destacan monumentos por doquier dedicados a la figura cervantina, como el Teatro Cervantes, un monumento en la Plaza Allende, esculturas, la Plazuela del Quijote, la Biblioteca Cervantina y, sobre todo, el Museo Iconográfico del Quijote.
El museo es un permanente homenaje que no puede dejar de visitarse cuando se está en Guanajuato. La colección que alberga este recinto es un regalo del publicista y humanista español Eulalio Ferrer, y en ella se incluyen lo mismo trabajos de anónimos creadores que obras de artistas de talla internacional. La construcción de este recinto data del siglo XVIII; ahí se alojó en su momento el Emperador Maximiliano de Habsburgo y fue residencia del ilustre político guanajuatense Don Manuel Doblado.

Interior del Museo Iconográfico del Quijote. Imagen: Commons.
Guanajuato, que es en sí un museo vivo y por ello Patrimonio de la Humanidad, fue declarada en 2005 la Capital Cervantina de América, por su amor al arte, a las letras y a la figura de Cervantes. Octubre sin duda es el mejor momento para visitarla, sobre todo por su festival que, como marca su lema, “Es la fiesta del Espíritu”.