150 años de asombro. Miércoles de Spots & Places
Escrito por Little el 26/09/2018
Esta semana celebramos el 150 aniversario del descubrimiento de las Cuevas de Altamira en Cantabria, España, por Modesto Cubillas y que han sido llamadas, de una manera un tanto entusiasta, «La Capilla Sixtina del Paleolítico«.

Foto: Commons
Las pinturas de Altamira representan el apogeo del arte rupestre paleolítico que se desarrolló en toda Europa, desde los Urales hasta la Península Ibérica, desde 35,000 a 11,000 AC.
Por su profundidad y aisladas de todo cambio climático las cuevas han resistido el paso del tiempo para convertirse en quizás el arte más antiguo de la humanidad. Gracias quizás a la fortuna, las pinturas son testimonio de una cultura particular y ejemplo único de una etapa de la historia de la humanidad de la que se sabe muy poco.
Para los especialistas las pinturas son una guía de caza primitiva para enseñar a otros miembros de la tribu cómo cazar a los animales y dónde encontrarlos; o tal vez son una especie de hechizo mágico para atraer a los animales.

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Las pinturas de bisontes, ciervos, jabalíes y caballos datan de hace 14,000 años, y se salvaron de los estragos del tiempo y la erosión por un deslizamiento de tierra que los dejó sepultados y protegidos. Al verlas con detenimiento los expertos se sorprendieron de los detalles realistas y de algo muy parecido a la perspectiva, supuestamente «inventada» durante el Renacimiento. Los animales parecen cobrar vida mediante el uso cuidadoso de la superficie irregular de las paredes.
No queda duda que el arte de las cuevas está ligado a la caza y tan pronto como tal actividad ya no fue la más importante, los humanos abandonaron las cuevas y los dibujos permanecieron ignorados milenios hasta que, en 1879, once años después de su descubrimiento una pequeña de nombre María internada en la cueva levantó la mirada y exclamó “bueyes, bueyes”.

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Era un día de verano de 1879 cuando Marcelino Sanz de Sautuola un antropólogo aficionado y su hija de ocho años exploraban el área alrededor de Santillana del Mar, cuando encontraron una entrada a una cueva que había quedado expuesta por un deslizamiento de tierra provocado por fuertes lluvias.

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Lo que la niña y su padre vieron, ahora forma parte de la cultura universal. Es arte antes de la existencia del concepto, arte antes de todo. Todo se logra con solo tres colores: ocre, rojo y negro.
El sitio ha sido cerrado varias veces, la primera en 1977 después de que científicos advirtieran que los niveles de CO2 de los 3 mil visitantes diarios deterioraban las pinturas. Cuando la cueva fue reabierta de nuevo, a una cantidad limitada de visitantes, la lista de espera aumentó, dejando a la gente esperando hasta tres años para echar un vistazo a las obras maestras prehistóricas.
La cueva volvió a cerrarse al público en el 2002 luego de que los científicos culparan el calor corporal, la luz y la humedad por la aparición de moho verde en algunas de las pinturas.

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Desde entonces, el gobierno de Cantabria ha estado presionando para que se reabra el sitio. Su posición es contraria a la de los científicos en el principal organismo de investigación del gobierno
Lo que ahora se visita masivamente es una copia de la cueva y una exposición multimedia a unos cuantos de metros del sitio original. Si la Capilla Sixtina se cuida como ningún lugar de la tierra no hay razón por la que la original no se respete de la misma forma.