El suicidio en los jóvenes como un grito de guerra en el vacío

Escrito por el 18/09/2018

Hablar sobre el suicidio no es fácil en ninguna circunstancia. Analizar el caso adolescente de manera reflexiva y empática puede ayudarnos a comprender que es una problemática de salud pública a nivel mundial, pues el suicidio ocupa los primeros lugares en causa de muerte de casi todos los grupos de edad, y que la introducción a la cultura de la atención a la salud mental como una necesidad social puede ser de gran ayuda para solventar esta situación.

Hace meses tuve la intención de escribir este artículo. A mediados de mayo de este año, se estrenó la segunda temporada de una serie que ha causado polémica por la naturaleza de su temática: 13 Reasons Why. El complicado acontecer de una adolescente es relatado a sabiendas de que se quita la vida, desde unas cintas que ella misma graba y dedica a las personas con quienes convive durante lo que finalmente deriva en su triste toma de decisiones. No quiero decir que estas personas tuvieran culpa. En mi opinión, Hanna Baker consideraba que no podía seguir después de situaciones que vivió y esas personas, en determinado momento, compartieron experiencias con ella, tanto agradables como agridulces, tristes, estresantes y violentas. La serie tiene detractores y críticos, aunque pienso que cumple una función importante: informar sobre una situación de la que no quisiéramos hablar porque desearíamos que no existiera… Pero está ahí y hay que atenderla.

Lo primero que hay que tomar en cuenta es que un adolescente aún no ha madurado fisiológicamente ni emocionalmente. Entonces, su toma de decisiones es inmadura también. No juzgar a una persona por sus acciones es básico para lograr la empatía, una habilidad social necesaria para comprender al otro. Tampoco es el caso justificarle o considerarle víctima. Lo importante es contemplar siempre la posibilidad de que una persona que se quita la vida no encuentra otra opción más que dejar de existir.

En muchas ocasiones, las personas cercanas a los suicidas no se enteran que algo les está pasando o se imaginarían que tienen un problema. Y en el caso de los adolescentes esta situación se agudiza, pues limitan deliberadamente su comunicación con los adultos e incluso con sus pares. De cualquier modo, hay distintas señales identificadas y protocolos de valoración psiquiátricos que ayudan a determinar la gravedad de un paciente en este sentido. Lo lamentable es que pocas veces sucede que alguien que atraviesa una crisis de pensamientos suicidas recibe atención médica oportuna y eficaz. Es así que una crisis suicida en un joven puede ser como un grito de guerra en el vacío, donde no se escucha.

Platiqué con la psiquiatra Ana Laura Tejero, una gran amiga, para que nos explicara la problemática del suicidio adolescente desde el punto de vista clínico, y esto fue lo que me dijo.

Para la OMS, el suicidio es el acto de matarse deliberadamente, y resulta lamentable en cualquier ser humano. Conocer que es la segunda causa de muerte en personas de 15 a 29 años es alarmante, mas no es extraño. Parte de este grupo corresponde a la adolescencia, una etapa donde el individuo se encuentra en un proceso de desarrollo biológico crítico que, en conjunto con su entorno, genera su desarrollo personal, social y mental, que convergen en distintos aspectos y hacen a los adolescentes una población altamente vulnerable a cometer suicidio.

Padecer trastornos mentales está estrechamente asociado al suicidio. Se sabe que gran parte de estos trastornos tienen su inicio en la adolescencia, otros desde la infancia, como el ahora ya más conocido, y por dar un ejemplo, Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), que en los jóvenes supone mayor riesgo para experimentar con drogas.

El consumo de drogas es otro factor altamente relacionado con el suicidio. La adolescencia es una etapa en la que, con o sin TDAH, existe mayor riesgo a consumir sustancias licitas (alcohol y tabaco) e ilícitas (drogas), debido a múltiples factores que se gestan en esta etapa. Por naturaleza, el adolescente es impulsivo y busca pertenecer o encajar en un grupo, algo que puede llevarle a imitar conductas de riesgo.

La depresión es el trastorno mental más asociado al suicidio. Debido a que no siempre es fácil de identificar en el adolescente, no es detectado ni tratado, y puede tener este desenlace fatal. Asociamos el estar deprimidos con ver a una persona triste o llorando, sin embargo, los jóvenes pueden tener manifestaciones distintas, como estar irritables, es decir, se enojan con facilidad, u observarse aburridos, distraídos, faltos de atención, o tener problemas de conducta, bajo rendimiento escolar, entre otros síntomas.

La salud mental es definida por la OMS como un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad. En el adolescente, la salud mental es singular, y es tarea de todos proteger a esta población vulnerable de un desenlace trágico.

Aún existen muchos mitos acerca del suicidio, como pensar que no se puede prevenir. Si nos detenemos a analizar lo expuesto en relación al riesgo que tienen los adolescentes de cometer suicidio, encontraremos situaciones que en efecto se pueden prevenir o detectar muy oportunamente. La OMS declaró el 10 de septiembre como el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, y el 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental. Este año, la OMS eligió como temática: “Los jóvenes y la salud mental en un mundo en transformación”.

Pedir ayuda es un acto de valor, por lo que aquí les dejamos opciones que pueden ser útiles en casos de crisis. Desde cualquier línea de teléfono, en cualquier momento y lugar de la república, se puede marcar el 911 para solicitar apoyo psiquiátrico. Ésta es la forma más rápida de acceder a atención, sea vía telefónica o físicamente, si el caso es grave.

El Sistema Nacional de Apoyo, Consejo Psicológico e Intervención en Crisis por Teléfono, SAPTEL, es un servicio de salud mental y medicina a distancia con treinta años de operar las 24 horas del día y en forma gratuita. Se trata de un programa profesional atendido por psicólogos seleccionados, entrenados, capacitados y supervisados que proporcionan servicios de orientación, referencia, apoyo psicológico, consejo psicoterapéutico e intervención en crisis emocional a través del teléfono. SAPTEL tiene cobertura en todo el país y su número es (55) 52 59 81 21.

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Ana Laura Tejero Santaella es médica cirujana egresada de la Universidad Veracruzana, especialista en psiquiatra egresada del Tecnológico de Monterrey, y está certificada por el Consejo Mexicano de Psiquiatría.

Verónica Mastachi


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