El dilema de ser Foodie. Viernes Foodie.
Escrito por Trion el 20/07/2018
Si hablamos de paradigmas identitarios, definitivamente el ser foodie es de las categorías posmodernas por excelencia, junto con animalista, eco-friendly, hipster y geek, por mencionar algunas de las populares.
Ser o no ser foodie, es decir, reconocerse como tal, puede resultar todo un dilema. Porque, al elegir, se tiene que saber qué tipo de foodie quiere ser uno.

Esta imagen nos sirve para ilustrar el sentimiento desolador de verse obligado a tomar una decisión, como elegir entre ir por unos tacos al pastor o por una auténtica pizza italiana al horno de piedra. (BarbaraBonnano // Pixabay).
No nos malentiendan: no estamos diciendo que hay muchos tipos de foodie. No va por ahí. Consultamos con los expertos de Animal Gourmet sobre el tema de este artículo y, sabiamente, nos confirmaron que “un foodie es cualquier persona que gusta de comer y descubrir nuevos lugares, cocinar, beber rico, y todo esto forma parte de su vida cotidiana.”
De cualquier forma, nos sentimos motivados con la posibilidad de mostrarles lo que llamaremos personalidades foodies, manejándoles unos opuestos que esperamos disfruten tanto como nosotros disfrutamos escudriñando en lo recóndito de las contradicciones.
Foodie nice vs. Foodie extremo
El foodie nice lo definiremos como quien cuida cada detalle de lo que va a comer. Se fija en la limpieza y la atención del lugar, y sólo va a lugares que le recomiendan personas o medios nice como él. Revisa la carta con detenimiento y le pregunta al capitán de meseros sobre el origen de los ingredientes y la preparación. Es probable que, si el platillo fue de su agrado, felicite al chef y recomiende el lugar.

cegoh + parveender + Erndenebayar // Pixabay
El foodie extremo se arriesga a todo. Ve un nuevo puesto de tacos y quiere probarlos. Le dicen que a media carretera venden parrilladas con cecina, longaniza y costilla, con frijoles refritos en manteca, salsa martajada y tortillas a mano, y no duda en aventurarse. Come todo lo que puede, no en volumen, sino en variedad. A veces la pasa algo mal pues no siempre es la comida mejor preparada, pero su actitud es como la del Ferras: LO PAGA.
Foodie de IG vs. Foodie Old School
El foodie de IG, o de redes sociales en general, se especializa en retratar sus platillos antes de probarlos, aprovechando el montaje y hay algunos muy buenos que toman imágenes casi profesionales. El ser foodie de IG implica estar al día en lugares con propuestas originales, que sean garantía de una buena fotografía. No le anda tomando foto al champurrado ni a la torta de tamal verde, aunque eso no quiere decir que no los incluya en su dieta. Podríamos decir que el foodie de IG es también una persona muy asidua a las redes sociales.

Free-Photos + parveender + skeeze // Pixabay
Por su parte, el foodie Old School es alguien asiduo a la nostalgia y suele acudir a lugares de tradición. En donde vive, se “casa” con los restaurantes de su preferencia e incluso se aprende los nombres de los meseros, quienes lo reconocen y le llevan su “bebida de siempre”. Cuando sale a turistear, suele preguntar cuáles son los lugares típicos para comer los platillos originarios de donde se encuentre y así vivir la experiencia total de la región.
Foodie buena onda vs. Foodie exigente
El foodie buena onda es quien siempre va con actitud positiva, interés y entusiasmo, y se anima a probar de todo lo que le ofrezcan. Da comentarios positivos y, si tiene algún detalle adverso que comentar, lo hace en privado y demostrando respeto. Además, siempre reconoce la situación y está pendiente de todo. No se molesta si la carta no está completa, si le cambian el platillo o no lo traen como lo pidió, lo acepta igual. Es una persona que disfruta comer, básicamente.

sasint + parveender + RobinHiggins // Pixabay
Al foodie exigente, por otro lado, nada le parece suficiente. Siempre tiene una postura crítica que pretende ser objetiva, pero que quizá a veces se le sale de control y raya en la soberbia. A esta personalidad foodie le suele suceder muy seguido que los platillos no se los llevan como los pidió, lo que le molesta mucho y no dejará de hacérselo saber, por lo menos, al mesero. Hay que ser muy cuidadoso al recomendarle un restaurante a un foodie exigente, les sugerimos evitarlo si quieren disminuir sus posibilidades de recibir un reclamo interminable.
¿Qué otras personalidades foodie reconocen ustedes? ¿Se identificaron con alguna de las que describimos?
Verónica Mastachi