¿Por qué los mexicanos amamos / odiamos el fut?
Escrito por Trion el 27/06/2018
Los mexicanos, nostálgicos, melancólicos, fiesteros, celebradores de la muerte, impacientes ante la vida, hartos de los abusos, amantes del drama, protectores de la cultura popular y consumidores malinchistas, además también somos futboleros de corazón y con odio «jarocho».
A propósito de la fiesta mundialista y del juego de México contra Suecia, me sentí con ánimo de escribir esto. Gracias a Trión por darme el espacio.
¿Siempre hemos «amodiado» al fútbol? Es decir, no es mi idea establecer una revisión exhaustiva del tema y remontarnos hasta, no sé, los orígenes del juego de pelota prehispánico como un antecedente que nos pone la camiseta pambolera por default histórico. Y no lo voy a hacer porque estaría jugando con ilusiones y ése no es mi estilo. Entonces, hablemos de aquello que nos hace odiar y amar al fútbol, que a su vez es lo que ha posicionado a México en la cancha de soccer del mundo.

Éste es un campo de juego de pelota en Monte Albán, un centro ceremonial ubicado en el estado de Oaxaca. Y, no, nadie se inspiró en los vestigios arqueológicos prehispánicos de los juegos de pelota para inventar el fútbol, ni las canchas y menos sus reglas. Imagen: Bluffton.edu.
El nombre de nuestro país significa «ombligo de la Luna» en náhuatl. Y es que parece una manda eso de estar en todos lados, como un ombligo y como la Luna, ¿o no? Porque nunca falta un mexicano, como nunca falta un ombligo y nunca falta la Luna. Sé que lo último suena algo incoherente, por lo que les invito a leer nuevamente este párrafo pero ahora con más sentido del humor.
Mencionar el significado del nombre de nuestro amado México me sirve de preámbulo para abordar esencialmente la explicación de dos de los pilares conceptuales que, en mi opinión, explican por qué los mexicanos amamos y odiamos el fútbol. Fácil. Se trata de dos aspectos absolutamente nuestros que, además, nos ponen en el «ombligo de la luna» de la dimensión futbolera, en la que no podemos faltar nunca. Hablo de la pasión y la fe.
La pasión es parte de nuestra naturaleza mexicana. Si no estamos expresando nuestro sentir, la gente alrededor especula que «somos raros» o que «algo tenemos». Y puede ser que no tengamos nada pero, como no ser efusivo es cero mexicano, los paisanos nos sacamos de onda. Así que, SÍ, nos apasiona -casi- todo. Por eso somos nostálgicos, porque nos apasiona el pasado. Y también somos intensos porque nos apasiona el presente. Y somos soñadores porque nos apasiona el futuro.

Simbólicamente, la chica es México apasionado, el chico es el fútbol que nos enamora, y la portería es donde las arañas hacen su nido. Imagen: Alex Beatty (tomada de Pinterest).
Ahí tienen: nos apasiona la nostalgia de haber tenido la oportunidad de ser campeones del mundo en el pasado, así como nos apasiona la intensidad que sentimos al estar expectantes del juego que defina lo que va a pasar en el futuro, que nos apasiona porque lo soñamos aunque no lo enunciemos. No lo decimos pero TODOS queremos esa bendita copa aquí. Todos esperamos que alguna vez suceda. Que lo vea yo o lo vean mis hijos o lo vean mis nietos. Por eso amamos el fútbol.
Entonces, ¿es la fe lo que hace que odiemos al fútbol? NO. Y esto se explica aún más fácilmente. La fe es algo constante que tenemos a nuestro alcance para tomarlo y depositarlo en lo que a nuestra voluntad mejor le acomode. Vaya, lo que quiero decir es que la fe existe aún sin que alguien la tome y la deposite en algo / alguien: por eso es que la fe es constante.

Descripción gráfica de todos los mexicanos en el mundial pasado después de la eliminación a causa de ese infame #noerapenal. Imagen: COLOURBOX.
Lo que realmente hace que los mexicanos odiemos al fútbol es el repudio a nuestra decisión de depositar nuestra fe en algo que no cumplió las expectativas de nuestra pasión. Así, en pocas palabras. Creemos con toda nuestra fe que ESO va a pasar, aún los que dicen que es una cortina de humo, los que no saben nada de fucho, los que se sienten muy snob como para ver un partido de soccer… Y resulta que no pasa… Hasta el momento. Eso nos frustra y nos produce tristeza, lo que deriva en odio, precisamente porque no podemos despegar la pasión de la fe ni la fe de la pasión.
Así que, sí. Nuestro amor/odio por el fútbol es cultural, es tradición, es naturaleza. Es pasión y fe. Es un fractal. Eso es México. Y viva México pase lo que pase en el partido contra Suecia.
Verónica Mastachi