Torre Latinoamericana, diseñada para soportar terremotos de magnitud 9

Escrito por el 30/09/2017

A 61 años, 4 meses y 19 días de su inauguración (30 de abril de 1956), una vez más la Torre Latinoamericana es testigo de un tercer terremoto en la Ciudad de México.

La primera vez ocurrió a un año y medio de su apertura, resistió el terremoto de 7.1 grados que sacudió a la capital mexicana el 28 de julio de 1957, recordado como el sismo que tiró al Ángel de la Independencia. La segunda vez fue con el terremoto de 8.1 de 1985, el que más daños y víctimas mortales ha dejado en la ciudad. La tercera llegaría el pasado 19 de septiembre de 2017, con el sismo de 7.1 grados, sin olvidar el de 8.2 grados registrado el 7 del mismo mes.

Así, la Torre Latinoamericana fue puesta a prueba una vez más por el poder de la naturaleza. El rascacielos más emblemático de la CDMX salió ileso, sólo se rompieron algunas ventanas del primer piso y se detectaron pequeños desprendimientos de muros falsos; así lo dio a conocer Pedro Fossas, director de la Inmobiliaria Torre Latinoamericana.

También informó que el ingeniero Víctor Hugo Ariceaga, encargado del mantenimiento del edificio desde hace más de 20 años, realizó una revisión escrupulosa del inmueble, desde los sótanos hasta la punta del edificio, y que sólo detectaron desprendimientos de los aplanados en las escaleras, sin riesgos para los habitantes y visitantes, así como para el inmueble.

Además señaló que a una semana del sismo, las autoridades de Protección Civil de la CDMX no han acudido a la Latino para verificar su condición, seguramente por la demanda de su servicios tras el sismo.

¿Por qué ha resistido tanto la Torre Latinoamericana?

Originalmente la Torre Latinoamericana fue construida para alojar las oficinas de la compañía La Latinoamericana, Seguros S.A, que ocupaba un edificio más pequeño en el mismo predio del rascacielos, en la esquina de Madero y el Eje central Lázaro Cárdenas, que tuvieron que dejar durante los 8 años que duró la obra.

Para realizar este ambicioso proyecto se contrató a un grupo de profesionales: Leonardo Zeevaert y los arquitectos Alfonso González Paullada y Augusto H. Álvarez, quienes diseñaron desde cero la icónica Torre.

El proyecto inició en 1946 y la construcción en febrero de 1948, para ello Leonardo Zeevaert proyectó una colosal investigación del subsuelo para conocer la vulnerabilidad sísmica a la que se enfrentaría la Torre, y así poder construirla con el aislamiento sísmico perfecto para soportar grandes movimientos telúricos. El programa consistió en:

  • Realizar un sondeo con muestras inalteradas hasta 50m, en el sitio del edificio.
  • Instalación de piezómetros a 18, 28, 33 y 50 m, en el lugar, en la banqueta y en la Alameda Central.
  • Instalaciones de bancos de nivel en el lugar y en la Alameda.

Después del estudio, Zeevaert llegó a la conclusión de que era necesario crear una cimentación fuera de serie, especialmente diseñada para adaptarse al subsuelo de la ciudad de México, el cual es fangoso y de consistencia esponjosa.

Así, el diseño de la Torre Latinoamericana no sólo rompió paradigmas dentro de la ingeniería moderna de la época, sino que además se convirtió en todo un desafío.

La proyección de la base del coloso de aluminio y cristal consistió en colocar 361 pilotes, especialmente diseñados para tener una profundidad de 33 metros, y así dotarlo con un soporte perfecto. Además se colocó una cimentación de concreto que permite que el edificio, literalmente «flote» como un barco sobre el subsuelo.

Esta tecnología, original de México, fue la primera de su tipo en el mundo y sigue siendo utilizada como el modelo a seguir por todos los constructores de rascacielos, cuando se trata de construir inmuebles en zonas de alto riesgo sísmico. 

Pero eso no es todo, pues para dar soporte al peso total de edificio, de 24.100 toneladas, se construyó una estructura rígida de acero con un peso de 3.200 toneladas, que a su vez da forma a los 3 sótanos y sobre él descansan los 44 pisos y el pararrayos de 54 metros, dando como resultado un gigante de 204 metros de altura.

El primer rascacielos en una zona de alto riesgo sísmico

La Torre Latinoamericana se inauguró el 30 de abril de 1956 como el primer y más grande edificio en el mundo, con fachada de vidrio y aluminio, y en ese entonces fue considerado el edificio más alto de la ciudad, desde su construcción hasta 1972, año en que se terminó el Hotel de México, actualmente el Torre World Trade Center. También obtuvo el récord del rascacielos más alto del mundo fuera de Estados Unidos y de Iberoamérica.

La Torre fue el primer rascacielos en construirse en una zona de alto riesgo sísmico. De algún modo se convirtió en un gran experimento de cimentación y construcción de edificios en el mundo.

La Torre Latinoamericana es, junto con la Torre Ejecutiva Pemex, la Torre Mayor, la Torre Reforma, la Torre Bancomer, cinco de las estructuras más altas de la Ciudad de México, y junto con el Taipei 101, el U.S. Bank Tower, el Costanera Center de Chile, los 8 rascacielos más emblemáticos del mundo, por ubicarse zonas de alto riesgo sísmico.

Diseñada para soportar sismos de 9 grados

Pedro Fossas también declaró a los medios que, la Torre Latinoamericana “está diseñada para aguantar un terremoto de magnitud 9, pero la verdad no me gustaría comprobarlo”.

Aclaró que el soporte del rascacielos se debe a los 361 pilotes con los que está dotado, y que es un mito el tema de los gatos hidráulicos. “Los gatos son una leyenda urbana, son los pilotes lo que lo mantienen a flote».

La Torre Latinoamericana recibió el premio del American Institute of Steel Construction (Instituto Americano de la Construcción de Acero), por ser el edificio más alto de su época, que jamás haya sido expuesto a una enorme fuerza sísmica, en su vestíbulo y mirador se exhiben las placas que lo avalan.

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